Una cuestión en la que no solemos reparar porque forma parte de nuestra cotidianidad es el diseño de las ciudades en las que vivimos. En Europa éstas están diseñadas, mal que bien, para las personas, para los peatones. En Estados Unidos las ciudades son propiedad exclusiva de los coches. Tanto es así que si ves a alguien caminando es porque acaba de salir de su coche o va hacia él. El estado de Nebraska cuenta con 2.148.061 coches* registrados para una población de 1.777.571 habitantes. Es decir 1,20 vehículos por ciudadano.
Resulta curioso darse cuenta de que en Europa los nombres de las calles se encuentran en una pequeña placa situada en las esquinas de los edificios al comienzo de cada calle mientras que aquí esos nombres cuelgan de los semáforos: están hechos para ser leídos desde los coches, no desde las aceras.
Caminar es aquí algo atrasado, cansado, antiguo, casi primitivo. Algunos van más allá de las cuatro ruedas del coche y se suben a otras cuatro en cuanto se apean de las de aquel. Es común ver en los supermercados los típicos carritos individuales eléctricos sobre los que hacen sus compras las personas obesas. Estas personas (en su mayor parte, desde luego hay excepciones) suelen ser de mediana edad y no parecen tener más problemas físicos que la obesidad extrema y los problemas que ésta acarrea. Lo digo porque ya he visto en varias ocasiones a personas que van en estos carritos pero que no tienen problemas para levantarse a coger un producto de una estantería a la que no llegan desde su carrito o a caminar unos pocos pasos para coger otro un poco más allá. Luego vuelven a acomodarse de nuevo en su apéndice biónico, claro. Pero no sorprende que hagan esto: mover unos 150 kilos con dos piernas en lugar de cuatro ruedas debe de ser muy cansado.
* Fuente: www.dmv.ne.gov